El caso de Lucho Herrera, más allá de la noticia y la acusación de asesinato

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Parra y Herrera, en una imagen reciente.

La prensa colombiana ha publicado una noticia sorprendente y, al mismo tiempo, contundente: la justicia ha solicitado a la Fiscalía que investigue la presunta participación del exciclista Luis ‘Lucho’ Herrera, vencedor de la Vuelta a España de 1987, en un caso sucedido hace más de 20 años y que supuso la desaparición (muerte) de cuatro vecinos. Pero vamos más allá de la noticia.

Lucho Herrera fue, junto a Fabio Parra, el gran motor del ciclismo colombiano en los años 80. Su fama fue mundial, con actuaciones destacadas en la Vuelta a España y el Tour de Francia y como estandarte de un equipo que se convertiría en mítico en la historia del ciclismo: Café de Colombia. Por eso mismo, muchos aficionados y, sobre todo, europeos no entienden que ahora pueda ser acusado de un secuestro y asesinato. Pero vamos a intentar darle contexto a lo sucedido.

En primer lugar, nadie puede condenar a Lucho Herrera… salvo la justicia, así que lo primero que debe ser afirmado es que la presunción de inocencia está por encima de cualquier otra consideración en un caso que no es que haya sido juzgado, sino que apenas está comenzando a ser investigado.

Dicho esto, hay que explicar que en aquellos años Lucho Herrera llegó a tener sueldos millonarios a un nivel que apenas puede ser imaginado hasta el punto de que el escalador colombiano ganaba más dinero corriendo en su país del que podía recibir de los grandes equipos europeos, quienes intentaron ficharle en más de una ocasión y tuvieron que comprobar que el dinero de Europa era inferior al de la Colombia de esos años.

Además, hay que señalar que Lucho Herrera fue secuestrado por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Hablamos de una época muy dura en Colombia, con un Estado que hizo dejación de sus funciones de control y con unas guerrillas que mandaban en el país y que crearon la industria del secuestro como fórmula de financiación de sus actividades ilegales.

Para que se entienda mejor la época, saldremos por un segundo de la vida de Lucho Herrera para conocer lo sucedido con Oscar de Jesús Vargas, ciclista de menor nivel deportivo, pero que también fue podio en una Vuelta a España y, por tanto, hablamos de un deportista de calidad internacional. Así comentaba sus últimos pasos como profesional: «Me habría gustado correr muchos más años, pero mi padre fue asesinado en un intento de secuestro y posteriormente fui amenazado, lo cual me obligó a pasar al anonimato para proteger a mi familia e incluso a marcharme diez años a vivir a Barcelona».

En ese contexto de violencia, Lucho Herrera fue secuestrado y, evidentemente, tuvo que pagar un rescate millonario para poder volver a su vida normal. En ese contexto de violencia aparecieron grupos paramilitares que se enfrentaban a las guerrillas para imponer el orden… desde la violencia y sin ningún tipo de respeto ni a la ley más básica: la de los derechos humanos. Hablamos, por tanto, de una guerra civil encubierta sin buenos ni malos y sin bandos respetuosos con la legalidad. Ahora, muchos años más tarde, unos paramilitares acusan a Lucha Herrera frente a la justicia de haber señalado como guerrilleros a algunos agricultores con el objetivo de quedarse con sus tierras.

Tres exparamilitares confesos señalan que Lucho Herrera les pagó 40 millones de pesos (unos 14.300 dólares) por el crimen y justificó la acción en el hecho de que algunos de estos agricultores estaban planificando u nuevo secuestro del ex ciclista. Uno de esos paramilitaras, Luis Fernando Gómez Flórez conocido como Ojitos o Ferney, aceptó su responsabilidad por la desaparición y muerte de Gonzalo Guerrero Jiménez, Diuviseldo Torres Vega y los hermanos Víctor Manuel y José del Carmen Rodríguez Martínez.

Ahora, es la justicia colombiana la que debe determinar si los hechos son ciertos y si pueden ser encontrados los cadáveres. Los testimonios señalan directamente a Lucho Herrera y a su hermano, pero el ex ciclista lo ha negado. ¿Qué sucederá con las pruebas? Ese es el trabajo de la fiscalía colombiana dentro de un caso envuelto en las terribles circunstancias que rodearon a Colombia en aquellos años dorados… para los cárteles de la droga, las guerrillas y los paramilitares, pero negros para los ciudadanos colombianos.