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Coronavirus y caos económico (I): Organizadores de carreras

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Foto: Bettini Photo / Movistar Team

La crisis del coronavirus provocará graves problemas en los diferentes sectores que gestionan el ciclismo profesional. Uno de los más afectados será, sin duda alguna, el de las organizadores de carreras. En España, por ejemplo, ya se han cancelado dos de las cuatro carreras WorldTour: Itzulia Basque Country (País Vasco) y Volta a Catalunya. No serán las últimas ni es un fenómeno únicamente local.

La cancelación de carreras ya es un fenómeno mundial. La propia Unión Ciclista Internacional ha decidido suspender todas las actividades. A partir de ahí, no hay debate posible. La temporada está desangrándose y la crisis afecta a carreras muy importantes: si hace unas semanas parecía un drama la suspensión de Strade Bianche, ahora la cancelación de pruebas afecta ya a muchas de las que forman el núcleo duro del ciclismo mundial, comenzando por el Giro de Italia. Y, en nuestro país, ya han caído la Volta a Catalunya y la Itzulia Basque Country. La sangría no para, el Tour de Romandía y el Tour of the Alps, a disputar entre finales de abril y principios de mayo, anunciaron el lunes que se borraban del calendario.

Los organizadores no van a poder cobrar los derechos de televisión, ni el dinero de sus patrocinadores ni tampoco el de las ciudades que albergan salidas y llegadas. Sus ingresos pasan a ser de cero euros. Y muchos de ellos tienen estructuras pesadas de personal al que deben pagar salarios durante todo el año. ¿Soluciones? No serán fáciles, pero se intuyen dos respuestas muy diferentes.

Podio de la Volta a Catalunya 2019. Foto: ASO

Hay carreras pequeñas que normalmente son gestionadas por clubes y con personal amateur que parece haber optado por una idea sencilla y radical: suspender la edición de 2020 y empezar a pensar en la de 2021. Esa solución es dolorosa, pero no implica más problemas de encaje de piezas dentro de un puzle infernal en el que todos intentan meter su prueba aunque sea a costa de las demás.

La Unión Ciclista Internacional tiene por delante semanas muy duras. Nadie sabe cuándo se podrá retomar el calendario profesional ni qué organizadores están dispuestos a retomar su carrera en el mismo 2020, aunque sea en otra fecha. Y con todo en el aire resulta quimérico establecer una organización clara y sistemática del futuro. Sencillamente, no pueden hacerlo.

Sabemos que hay organizadores que sí o sí quieren organizar su carrera en 2020 y están fijando su mirada en los meses de julio, agosto, septiembre y octubre. Pero resultará imposible meter en cuatro meses las carreras previstas para esos cuatro meses más las de marzo, abril, mayo e incluso tal vez junio. No hay fechas, ni equipos, ni ciclistas… para tanta competición.

Foto: Photo Gomez Sport / Euskadi-Murias

La reubicación de pruebas de nivel 2.1 o incluso 2.Pro en el calendario español, por poner un ejemplo, no debería ser muy difícil, puesto que España apenas tiene competiciones en las primeras semanas de julio ni después de la Vuelta a España, que finaliza a principios de septiembre. Hay margen para buscar soluciones. Peor lo tienen las grandes competiciones del ciclismo mundial: las primeras citas de los cinco Monumentos –Milán-San Remo ya ha sido suspendida y Tour de Flandes (5 abril), París-Roubaix (12 abril) y Lieja-Bastoña-Lieja (26 abril) penden de un hilo- y el Giro de Italia necesitan un espacio libre en el calendario sin otras citas WorldTour (o sin muchas otras citas WorldTour). Eso no va a ser nada sencillo. El coronavirus, y su expansión, están poniendo al ciclismo contra las cuerdas.

Hay ciclistas que han soñado con la posibilidad de fusionar Giro-Tour-Vuelta con una gran carrera por etapas en los tres países. Pero hay intereses muy diferentes dentro de las organizaciones y un pacto así se antoja casi imposible. Tal vez se podría buscar alguna fórmula alternativa, como recortar Giro-Tour-Vuelta a 14 días, aunque tampoco será sencillo.

Ahora mismo, todo está en el aire y las pérdidas para muchos organizadores son tan cuantiosas como imposibles de concretar. La organización de carreras como Volta, Tirreno, Itzulia… en la parte final del año será igualmente complicada y no por cuestiones económicas (que lógicamente tampoco serán fáciles) sino por gestión organizativa. Todo eso es parte del inmenso puzle que ahora mismo está sobre la mesa de la Unión Ciclista Internacional. Lo único evidente es que los organizadores son otro eslabón que sale con profundas pérdidas de esta crisis.

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