Empieza la Vuelta para todo el mundo, puesto que el prólogo supuso el arranque de la carrera solo para unos cuantos: contrarrelojistas y vueltómanos. Os doy una primera primicia: los ciclistas hemos dejado de ser ciclistas. O solo ciclistas. Ahora somos analistas meteorológicos. O mejor dicho tenemos los analistas meteorológicos en los equipos y nosotros nos limitamos a escuchar los datos y a temer o salivar pensando en qué punto se pueden sufrir o provocar los abanicos.
En esta primera semana y más todavía en las etapas llanas comenzaremos una liturgia muy especial: la búsqueda de escapadas y la carrera de la rata que entonces se produce. Vayamos por partes. Dicen muchos aficionados que las escapadas no se pelean. En fin… depende del día. Os prometo que hay días llanos, en los que todo el mundo sabe que habrá sprint masivo donde escaparse tiene mucho mérito. No, no me refiero a pillar la fuga. Eso es relativamente fácil. Me refiero a escaparse, estar tres horas con el viento dándote en el morro y hacerlo con la mejor de las sonrisas y a sabiendas de que no vas a conseguir nada que no sea un poquito de publicidad a cambio de muchísimo desgaste físico.
Antes os nombré lo de la carrera de la rata. ¿Alguna vez habéis visto uno de esos hámsters corriendo en una rueda que le han puesto dentro de su jaula para que haga ejercicio y entretenga a los niños? Lo más cruel del invento es que cuando más rápido corre el hámster, más pronto llega al punto de inicio y tiene que seguir apretando los dientes. Eso mismo es lo que ocurre entre escapados y pelotón.
Si los escapados se empeñan en ir muy rápidos… el pelotón se asusta y acelera al máximo. Eso obliga a los escapados a tener que ir todavía más rápido. Y esa carrera de la rata solo la puede ganar uno: el pelotón. Son más y mejores. Así que entre escapados y pelotón acaba apareciendo un acuerdo tácito: te dejan ir agrandando la ventaja hasta que de repente la detienen en seco. Es tu semáforo rojo. No tiene sentido que aceleres más. Ese es el límite del día. Y ojo porque ese techo depende de muchos factores: dureza del recorrido, cantidad de kilómetros de la etapa, número de escapados… y el grado de nerviosismo de los equipos de los velocistas. Así es la vida para todos esos equipos cuyo éxito o fracaso en la Vuelta depende de sus apariciones en estas escapadas supuestamente sencillas. Disfrutad también de ese ciclismo.
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