El Tour es siempre el evento que más protagonismo mediático logra tener en todo el calendario competitivo ciclista y en este caso también es el que más me ha llamado la atención en cuanto a la manera en la que el Movistar Team lo llevó a cabo. Me atrevo a decir que más que un equipo lo que pedaleó en las carreteras francesas fue un grupo.
Un equipo es definido como personas que comparten un mismo objetivo, donde los roles de liderazgo están claramente definidos, y son a la vez flexibles en función de la situación y de las fortalezas de cada persona. Un grupo, en cambio, es formado por individuos que priorizan sus objetivos individuales, donde no se definen los roles y cada uno hace lo que le parece mejor. Es decir, se prioriza el interés individual y se deja a un lado el sentido de pertenencia al equipo y a la vinculación del proyecto. (El día menos pensado, te ataca la psicología: La Vuelta autoritaria (IV)) / (El día menos pensado, te ataca la psicología: Conclusiones (y V))
El Movistar Team plantea la carrera, según José Luis Arrieta, “con igualdad de condiciones tanto para Nairo como para Mikel”. Por lo tanto, hay doble liderazgo. A nivel de resultados, se puede valorar como doble oportunidad para luchar por la victoria, pero a nivel cognitivo puede significar un desafío, al tener que demostrar, incluso en tu propio equipo, que uno es más fuerte que el otro. Normalmente deslumbra lo segundo, generando controversias, tal y como se ha podido apreciar en el documental.
Nairo comenta que “no estábamos alineados totalmente, y cuando tú señalas a uno, y son muchos los dedos que señalan a la vez a ese uno, no tienes como defenderte”. Landa recuerda que “cuando estamos más de un líder, es para todo el mundo muy complicado gestionarlo, y sabía que no podía esperar nada de alguien que tiene el mismo objetivo que yo”. Valverde lo resumía en que “si ellos no se entienden, ahí está el problema. Cada uno en su cabeza tenía su pensamiento y entre ellos eso no casaba”. Chente asimila que “no es fácil que los dos líderes se lleven bien” y Eusebio Unzué subraya que “no tienen que ser líderes del equipo, sino de la carrera”.
El liderazgo ha de ser meditado a grandes escalas no sólo poniendo foco en el resultado sino en el impacto que pueda tener en los corredores y consecuentemente en el equipo. La gestión de un reto como el planteado por el Movistar Team ha de ser preparado con varios planes de acción, entre otras cosas para evitar el desajuste que ocurrió durante el mes de julio en la ronda francesa.
Eso hizo que sean evidentes varias carencias del equipo en ese Tour de Francia del 2019: la falta de liderazgo y cohesión en las relaciones intragrupales, la inadecuada aplicación de las competencias y habilidades comunicativas y directivas… Dichos desajustes, además, también fueron visibles en el planteamiento de la carrera, convirtiéndose en imperdonable el que una vez se defina el Tour de Francia como el gran objetivo del año (Unzué refiere que es “la gran carrera de nuestro deporte”, Arrieta lo describe como el evento donde “la exigencia es terrible, y al Tour no se va a hacer un top10”, y Marc Soler confiesa que “cualquier cosa que hagas, por muy pequeña que sea, se magnifica”), luego no se dedique la preparación necesaria a la contrarreloj por equipos. Imanol Erviti hace hincapié en ello, al comentar que “con las fuerzas que teníamos, podíamos haber hecho mejor crono, entonces hay que ser conscientes de que eso no puede pasar si queremos disputar carreras importantes que tengan crono por equipos. Le hemos apretado a Eusebio para volver a trabajar un poco más en ello”.
Arrieta corrobora lo mencionado al explicar que “la crono por equipos es trabajo, trabajo y trabajo, y por circunstancias no pudimos trabajar con ese grupo”, y Unzué admite que “la hayamos salvado así es una muy buena crono ya que no habíamos hecho como hemos hecho algún año, concentraciones de un par de días para hacer ese trabajo de sincronización y tener todos esos automatismos un poco más claros”. El Movistar Team perdió 1:05 minutos con el Team Jumbo-Visma (ganadores de la etapa), 45 segundos con el Team Ineos (segundos en la etapa) y 44 segundos con Deceuninck-Quick-Step (terceros en la etapa). No es un mal resultado para no haber podido trabajarlo, pero ¿qué sería si se hubiera entrenado mejor? Que en la segunda etapa ocurra esto puede acarrear a los corredores un sentimiento de rabia, debido a que sienten que pertenecen a un equipo que no ha cuidado al detalle todos los factores que influyen en el resultado y en el rendimiento de una grande como el Tour.
En la etapa 10, llega la mala suerte y la agonía para Mikel Landa cuando “de la manera más tonta tras salvar los abanicos me caigo. Les dije a los compañeros que no parasen, que mandaba todo a tomar por saco. Me costó un par de días darle la vuelta a aquello. No tenía ganas de nada, ni de hablar con nadie, ni que nadie me diese ánimos ni nada”. Está claro que, para digerir lo sucedido, hay que respetar el estado emocional de luto y soledad que en este caso parece necesitar Mikel. Pero tampoco está de más poder tener cerca, en el mismo hotel o al otro lado del teléfono (mejor presencialmente) a un o una psicóloga, con el que previamente ya se haya generado una adecuada alianza terapéutica, para que ese aislamiento no se convierta más allá del mecanismo de defensa que tiene el corredor, en una conducta autotorturadora que incentive la desolación, la frustración y el machaque.
En la etapa 14, el protagonista es Nairo Quintana, cuando su manera de correr desencadena malestar en el equipo. En el mítico puerto Pirenaico francés del Tourmalet, Nairo empieza a descolgarse y es Chente quien, por lo que ve desde la televisión, les deduce por teléfono a Arrieta y Unzué (que son los que van en carrera, en el coche) que “si Nairo va ahí no sé si irá muy católico”. El colombiano, sin embargo, no dijo nada, y eso no encajó del todo bien en el equipo: “En ningún momento dijo Nairo que levantáramos el pie porque iba mal, y nosotros seguimos tirando. No teníamos ni idea, de hecho ni miramos para atrás. Es cierto que no dijo absolutamente nada en ningún momento” (Valverde); “nos podría haber dicho que, oye, no vamos a hacer lo que estaba previsto que no voy bien o no me encuentro bien hoy” (Arrieta). Nairo argumenta que “Mikel estaba fuerte y no quise interrumpir el trabajo de equipo por falta de mis fuerzas”.
No sabremos nunca la razón de su conducta, pero puede haber una parte de ego de no admitir que no respondía como líder y como corredor para la victoria final ya que, como dice Eusebio “fue el día que se descartaron sus opciones de cara a luchar por la victoria del Tour” y sería interesante conocer qué pensamientos tuvo durante la etapa para poder hilar acontecimientos. De todas formas, parece que desde entonces comenzó a luchar por su propio Tour y por sus objetivos individuales, aparentando que no tiene nada que ver con su equipo (que seguramente sus razones tendría también, pero no las hemos podido conocer, porque ni siquiera en el documental ha llegado a ser del todo sincero) ya que se observa a un atleta apartado dentro de su propio grupo de trabajo.
Desde ahí en adelante, desde que Nairo parece tomarse la carrera a su manera, el Movistar Team deja de correr como un equipo, y la prensa lo percibe.
Al día siguiente de lo descrito, en la etapa 15, mientras están en el autobús hablando del planteamiento de la etapa, Arrieta le dice delante de todos a Nairo que “si tú hoy tampoco te encuentras del todo bien, no tengas miedo en decirlo”. Habla de que no tenga miedo a expresarse. Vuelve a faltarnos información como para poder indagar que le pasa al corredor para que perciba eso. Amador, además, el compañero que más cercano parece ser al colombiano, añade: “Claro, decirlo con confianza a nosotros, si más confianza que nos puedas tener a nosotros no le vas a tener a nadie”. Todo ello refleja que el equipo no está unido, y que aunque sea uno el desvinculado, sabemos que a nivel sistémico, el movimiento más sutil también impacta en su entorno. Por lo tanto, ya hay una tensión añadida que puede generar desgaste mental, por las sinergias y expectativas no comunicadas que se camuflan en los silencios tensos entre el equipo.
Por si fuera poco, en esa etapa 15, la tensión aumenta cuando Nairo entra en la fuga del día y Landa avanza desde atrás, con la expectativa del equipo de que se juntara con Quintana y pudieran recorrer unos metros juntos. Lo que ocurre es que una vez Landa logra alcanzar a los de la fuga, Nairo ni siquiera le hace unos metros, ni le da el botellín por si necesitara hidratarse, y que justo a la altura de juntarse, Nairo se pone a beber como si el que le pasa no fuera alguien que tuviera que ver con él. La polémica se convierte mediática, hasta el punto que Landa comenta que “yo no le voy a decir nada, llegué allí y vi que Nairo no podía y seguí hacia delante. Sabía que no podía esperar nada de alguien que tiene el mismo objetivo que yo. Tampoco le voy a echar nada en cara, pero todo era más tenso. Era muy complicado. Un día favorecía a uno, otro día a otro y era imposible avanzar”.
De ahí que se comienzan a percibir más de un tira y afloja, tal y como dice Chente (“es que aquí se mastica la tensión”) y Jacobo (“parecía que teníamos una guerra civil dentro del equipo. Éramos el equipo de la polémica. Hubiéramos hecho lo que hubiéramos hecho nos hubieran criticado”). Eusebio comenta que fue “consecuencia de que no había un liderazgo claro”. Y yo me pregunto, la responsabilidad de ello, ¿de quién es?
Lo intentan solucionar con aquel vídeo que lograron que fuera viral, de Nairo, Valverde y Landa junto a Unzué, aparentando que no había malos rollos, que finalmente resultó no ser una decisión acertada: “Era innecesario” (Valverde), “tenía la sensación que la gente tampoco lo iba a entender como querían que se entendiese” (Erviti). Nairo añade con misterio que “cada uno realmente sabe lo que pasó y lo que es”. Ya apenas se aprecia lo que se supone que es un equipo…
Hay muchas cosas que se nos escapan, pero a mitad del Tour, vean cómo está el equipo. Considero que esta situación la debe de gestionar el directivo o el máximo responsable, no pudiéndose permitir tal desajuste grupal, entre otras cosas por el desgaste cognitivo que genera, además de la ya física, al estar corriendo el Tour.
Llega la etapa 18, y a pesar de estar inmerso en una coyuntura de equipo desfavorable, Nairo logra la victoria. Es de admirar la grandeza de estas personas, tal y como dice Arrieta: “Son personas con mente ganadora, nunca están derrotados. Un león herido, es aún más peligroso”. Nairo también defiende ser alguien que “siempre estoy ahí en la pelea, en la lucha y, a veces, cuando parece que todo está acabado, gano nuevamente”. Guste o no, etapa que gana el colombiano en el Tour, de momento el único que sube la M del Movistar al pódium. Lo que no sube, aparte del champán del brindis, son los ánimos en la cena de la celebración del triunfo. Landa lo afirma al decir que “sí que era más fría. Hay grupos con los que estás más cómodo y celebras más que con otros”. Opinen ustedes mismos de lo que se aprecia.
Por último, la penúltima etapa del Tour, el que terminó en Val Thorens, y la cual según Arrieta “la teníamos entre ceja y ceja”, refleja cómo es el deporte “al no haber podido conseguir la victoria a pesar de ser los más fuertes” (Chente). Pero no siendo indiferente lo ya comentado hasta ahora, la polémica aumenta cuando Nairo añade la puntilla al decir que “por lo menos yo siempre he escuchado la radio y atiendo lo que me dicen”, como crítica a que Landa se quitara el pinganillo en la parte final de la etapa, tras haberse escapado y haber intentado alcanzar a Nibali (el ganador de la etapa).
En conclusión, es fundamental prepararse para no perder el norte del objetivo que se plantea el Movistar Team. Al final todos trabajan por ayudar al equipo a recorrer el camino que le acerque a sus objetivos e intentar lograr la victoria final, pero para ello es imprescindible contribuir a revisar y mejorar las relaciones o los procesos de trabajo, para que se consiga alcanzar el máximo potencial de cada empleado. Para ello, se deben de tener en cuenta las dinámicas para identificar la situación actual (ser), definir la visión y los retos (sentido) y establecer los planes de acción (camino) del equipo.
Entregas anteriores:
- El día menos pensado, te ataca la psicología: La fluidez del Giro (II)
- El día menos pensado, te ataca la psicología: Valverde y Landa (I)
Próximas entregas:
- El día menos pensado, te ataca la Psicología: La Vuelta autoritaria (IV)
- El día menos pensado, te ataca la Psicología: Conclusión (V)