El Gobierno de Francia ya habla de forma abierta sobre la posibilidad de salvar el Tour de Francia organizando la carrera con un sistema tan innovador como extraordinario: la celebración de la carrera a puerta cerrada, es decir, organizando la prueba por y para la televisión y dejando a un lado a los espectadores que disfrutan de la cercanía de los ciclistas.
La ministra de Deportes de Francia, Roxana Maracineanu, ha explicado en los medios de comunicación de su país: «Estamos en conversaciones con los organizadores, pero es demasiado pronto para anunciar las decisiones. El modelo de negocio del Tour no se basa en la venta de billetes o entradas sino en la venta de los derechos de televisión. Es una competición emblemática e histórica para nuestro país y todas las opciones están abiertas».
En otras palabras, Francia no está dispuesta a seguir el camino fácil de la suspensión o aplazamiento. Esa ha sido la decisión tomada con eventos como la Eurocopa de Fútbol o los Juegos Olímpicos de Tokio. Pero el Tour de Francia (27 junio-19 julio) es algo más para el país galo y la propia ministra reconoce que van a hacer todos los esfuerzos necesarios para intentar salvar la carrera.
Tal y como ya apuntamos en Zikloland, una apuesta pasaría por la celebración de la carrera sin público en las salidas, sin público en las llegadas y sin público en los puertos, con la celebración de podios y ceremonias protocolarias rápidas y con poco contacto social. Una práctica que ya se llevó a cabo en la reciente París-Niza.
No hay ninguna decisión tomada. Las opciones siguen en el aire. Pero, además, el Tour ha ganado tiempo gracias a la desaparición de los Juegos Olímpicos, lo que incluso podría permitirle retrasar la carrera unas cuentas semanas e instalarse a mediados de julio y agosto dando más tiempo a la comunidad científica y médica para encontrar soluciones contra la crisis del coronavirus.