Conozco personalmente a Iwan Spekenbrink desde hace ya muchos años. Eran sus inicios con un equipo profesional -todavía no WorldTour- y rápidamente pude comprobar dos virtudes: la primera, su juventud. Y la segunda, su inteligencia.
Es cierto que la juventud se cura con los años. Pero la inteligencia se tiene o no se tiene. Y en el caso de Iwan sorprendía que un hombre tan joven estuviera gestionando un equipo profesional de primer nivel, pero sobre todo sorprendía porque era un hombre muy por encima de la media en su capacidad de análisis de la vida en general y del ciclismo en particular.
El mejor detalle para explicar su inteligencia era que tenía un plan. Puede parecer un argumento estúpido. Pero son mayoría los equipos que salen a las carreteras sin ese plan. Son grupos de ciclistas fichados con la idea básica de reunir algo parecido al Arca de Noé, que diría Warren Buffett: un par de sprinters, un par de jóvenes talentos, un par de escaladores, un par de corredores de Asia porque el sponsor de bicicletas me lo reclama… Metes dos de cada, añades alguna arenga del estilo hay que echarle cojones… y a ganar carreras (o intentarlo).
La construcción de Iwan Spekenbrink fue justo lo contrario. Primero pensó su plan y luego empezó a firmar corredores tras un análisis pormenorizado del potencial de cada hombre.
En ese sentido no es ningún secreto afirmar que Spekenbrink siempre ha tenido pánico a una palabra: dopaje. Este mánager tiene grabado a fuego que el ciclismo no puede ni debe permitirse más escándalos. Y en eso ha basado una estructura que hasta el momento jamás ha tenido problemas de dopaje. Es cierto que hay siempre un componente de casualidad o suerte en la opción de que un corredor se salga de la línea de ética. Pero cuando nunca ha habido ningún positivo después de casi una docena de años… es que hablamos de un equipo cuya línea de trabajo contra el dopaje es una de las más serias y profesionales del mundo.
De esa idea inicial de pelear por un ciclismo limpio surgió una derivada: apostar por velocistas y olvidarse de los fondistas. Eran años todavía peligrosos, con los primeros pasos del pasaporte biológico y con un pelotón mundial intentando cambiar el chip a marchas forzadas. En los primeros años fue Kenny Van Hummel el hombre que dio lustre a una escuadra que entonces se llamaba Skil-Shimano. Pero más tarde llegaron Marcel Kittel y John Degenkolb. La explosión de los dos alemanes llevó al equipo a cambiar de sponsors: pasaron a ser Argos-Shimano y, posteriormente, Giant-Shimano. Finalmente, hablamos de Giant-Alpecin y, ahora, del Team Sunweb.
El equipo no sólo ha cambiado de sponsors principales, aun cuando se mantiene fiel a sus patrocinadores técnicos, Giant, Etxeondo y Shimano. También lo ha ido haciendo de filosofía. El equipo ha ido dejando a un lado la apuesta por velocistas y ha entrado en el mundillo de las tres semanas, con jóvenes talentos criados en el seno de la escuadra holandesa-alemana.
Warren Barguil es un buen ejemplo. Pero Tom Dumoulin es el mejor de todos. Con este potente holandés, Sunweb ha logrado ganar el Giro de Italia y romper todos los esquemas de Holanda como país de clasicómanos. La evolución ha sido completada. Es cierto que necesitan todavía potenciar el equipo con más escaladores de fuste para trabajar. Pero nada ni nadie hará que cambien su mentalidad de apuesta por jóvenes sub23 y de mantener un plan en el largo plazo, la mejor de las fórmulas existentes.
Además, no hay que olvidar que cuentan con un potente equipo de féminas y también con un Development Team para los jóvenes sub23. Precisamente ayer, el día de la gloria rosa de Dumoulin, ganaban la París-Roubaix Espoirs con Nils Eekhoff, 19 años.
Sus declaraciones de ayer confirman su doctrina: “Para todos los que han estado involucrados con el equipo desde sus inicios a todos los que se unieron más adelante, esto supone una gran recompensa por el trabajo duro y la dedicación de todos. Todos compartimos un objetivo conjunto y cada persona trabaja incansablemente hacia él, siempre sobre la base de ideas nuevas y desafiantes para mantener el crecimiento de nuestro equipo y establecer los objetivos más altos. Estoy muy orgulloso del equipo y Tom, así como todo el mundo que ha estado detrás y que ha hecho esto posible. Es realmente un logro brillante para toda la familia del Team Sunweb”.
Como decíamos al principio, Iwan Spekenbrink tiene un plan. Y ahora, tras ganar el Giro, ya puede repetir la frase de John Hannibal Smith en la mítica serie de televisión El Equipo A: “Me encanta que los planes salgan bien”.