El sector del ciclismo está inmerso en un mundo de rumores y todos parten de una premisa básica: se están vendiendo menos bicicletas. Y eso genera un efecto de arrastre sobre el resto del mercado. Pero, además, esa crisis también está afectando a otros sectores de la movilidad y a otras empresas fabricantes europeas. El último ejemplo, la caída del gigante KTM.
KTM es un nombre muy conocido en el mundo del motociclismo y… del ciclismo, aunque la marca de bicicletas y la marca de motos no tienen detrás la misma estructura empresarial. El fabricante austríaco de motocicletas ha reconocido que atraviesa una importante crisis financiera: se ha declarado insolvente y ha reconocido deudas por un valor de casi tres millones de euros. Los números asustan y supondrán el despido de 500 trabajadores y la posibilidad de la desaparición de una marca que acumula 130.000 motos sin vender, lo que les llevará a no fabricar ni una sola unidad más en enero y febrero de 2025.
Esa realidad no es muy ajena a la situación que están viviendo algunos fabricantes de bicicletas. Con el fin de la pandemia y el incremento sideral de pedidos, fueron muchos los fabricantes que crearon nuevas factorías, nuevos turnos de trabajo y crecieron hasta multiplicar por dos, por tres, por cuatro o incluso por cinco sus ventas en apenas uno o dos años. El problema es que el actual descenso de ventas ha generado un stock que difícilmente podrá ser neutralizado de forma natural. Por eso mismo son muchos los que creen que vamos camino de un proceso de reestructuración de diferentes compañías en 2025 y que podría llevar a alguna compra-venta o incluso desaparición de marcas que no hayan podido o sabido gestionar el dinero en caja y el material en el almacén, es decir, los problemas que han llevado al desastre al fabricante de motos KTM.