La cancelación de una carrera de ciclocross es algo extraordinario. Apenas han existido dos o tres antecedentes en los últimos 20 años a lo sucedido en Cabras, Cerdeña. Pero más allá de la noticia ya conocida, la cancelación de la tercera prueba de la Copa del Mundo, ahora toca echar mano de la calculadora: todos pierden.
El primer damnificado es la isla de Cerdeña y sus organizadores. La empresa ha tenido que pagar el canon de la UCI y pagar a los trabajadores durante muchos días para diseñar y construir el circuito. Muchos de esos gastos fijos no pueden ser ahora anulados y tendrán que ser abonados. Y todo ello, además, con la mala publicidad de ofrecer vídeos e imágenes de tormenta en mitad del invierno, lo que hace poco atractivo el destino turístico para los ciudadanos de Bélgica, Países Bajos, Alemania, Francia…
El segundo damnificado es la UCI. Ellos pueden cobrar (o no) el canon por la carrera y muchas de las tasas, pero lo cierto es que la elección de Cerdeña fue un intento de emular el éxito de Benidorm y ahora mismo se puede considerar un fracaso. Además, son muchos los críticos por las dificultades logísticas que supone correr en una isla. Sería muy diferente si se hubiera escogido un lugar turístico como Algarve, con múltiples conexiones de avión. Pero el viaje a Cerdeña no ha convencido a muchos, a pesar del avión gestionado desde Bruselas para los belgas y neerlandeses.
El tercer damnificado es el equipo y los ciclistas. Los equipos han invertido dinero y esfuerzo y no reciben compensación económica. Pero tampoco hay que olvidar que en muchos casos los gastos de los viajes son asumidos por los propios corredores. El ciclocross es el deporte más individual dentro del ciclismo. Y, además, la UCI obligó a la organización a no dar dinero fijo a los corredores en la Copa del Mundo: todo debía salir de los premios. Por eso incrementaron mucho los equipos, con 5.000 euros al vencedor de una carrera. Pero dejaron sin efecto el pago por ir a correr. Y ahora, en el caso de Cabras, ni hay premio ni hay fijo. Así que todo es una pérdida para el bolsillo del ciclista.
Y también hay que considerar como damnificado al aficionado. El invierno es período de ciclocross y son muchos los aficionados que quieren ver carreras de ciclocross tanto el sábado como el domingo. Pero la UCI ha reservado 15 días enteros para dos únicas carreras: Dublín y Cabras. Y, finalmente, nos hemos quedado con una única competición en 15 días del momento más intenso del año. Sinceramente, parece una recompensa muy pequeña para tantos días con las carreras prácticamente prohibidas en más de media Europa y más todavía si tenemos en cuenta que Cabras iba a disponer de cobertura televisiva en directo a través de Eurosport 2.