Los medios de comunicación estamos haciendo mucho énfasis en Mitchelton, Manuela Fundación, Francisco Huertas y Gerry Ryan, pero lo cierto es que todo este conflicto nace y acaba en una única persona: Shayne Bannan. Además, es el único hombre que no ha abierto la boca durante todo este período. ¿Qué se esconde detrás de su misterioso silencio?
Shayne Bannan es una persona de reconocido prestigio dentro del ciclismo mundial. Durante más de 20 años fue el arquitecto del programa australiano de ciclismo, admirado por sus grandes resultados internacionales. En 2011, Bannan abandonó la federación para asumir el cargo de mánager general de GreenEdge Cycling, un proyecto nuevo lanzado por el empresario Gerry Ryan, propietario de compañías como Jayco o Mitchelton. Nunca ha sido tan famoso como Dave Brailsford, pero Bannan ha ocupado una función y trabajo muy similar al del británico.
En la actualidad, hemos descubierto que Shayne Bannan también era el propietario del ciento por ciento de las acciones de New Global Cycling Services, una compañía suiza que se encargaba de la gestión de la licencia WorldTeam de GreenEdge Cycling. Y es el hombre que negoció y estampó su firma para la venta de la empresa a Manuela Fundación. Hasta ahí, los hechos conocidos de forma pública. Pero, ¿qué más podemos saber?
Mitchelton-Scott en la Vuelta a España 2019:
Bannan es el hombre clave en la operación, pero también es el único hombre que no ha hablado. Si uno repasa los medios de comunicación, puede ver declaraciones de Stefano Garzelli y otros muchos representantes de Manuela Fundación y también puede leer las opiniones del empresario Gerry Ryan. Pero no hay nada publicado de lo que se cuece en la mente de Bannan. Es más, el propio Garzelli reconoció en una interesante entrevista al podcast «A la cola del pelotón» que la respuesta de Bannan al embrollo jurídico organizado es el silencio: “Con Shane Bannan te puedo decir que aún no hemos hablado porque no contesta el teléfono. Ha contestado un email y punto, pero nosotros vamos para adelante».
A partir de ahí, son múltiples las interpretaciones que pueden hacerse de la actitud de Bannan antes y después de este lío jurídico en el que todas las partes están involucradas. La primera y principal es muy sencilla: ¿negoció Bannan la venta de la empresa de gestión con la autorización expresa de Ryan o lo hizo por su cuenta? Esa es la primera gran incógnita que en el futuro deberá ser despejada. Se puede entender que Ryan dio marcha atrás dejando a Bannan en una situación difícil o se puede entender que Bannan firmó la venta dejando a Ryan en una situación difícil. Lo único evidente es que la relación entre Bannan y Ryan no parece que haya sido ni fluida ni coordinada.
Bannan, eso sí, se había garantizado no solo la venta de su sociedad, una empresa en graves dificultades económicas, sino también su permanencia en el equipo con Manuela Fundación como empleado. Eso mismo lo ha reconocido Stefano Garzelli en numerosas ocasiones: «Nosotros hemos aceptado todas las exigencias del señor Bannan. Tanto él como Crespi tienen que seguir en la estructura«. En otras palabras, Bannan conseguía desaparecer como empresario, pasar a ser trabajador de Manuela Fundación y en el camino es posible que también se hubiera garantizado un pago suculento.
La equipación presentada con Manuela Fundación de patrocinador.
Pero la gran cuestión es: ¿fue esta negociación con Manuela Fundación una forma de presionar a Gerry Ryan para que siguiera aportando los fondos necesarios para acabar el año sin dificultades económicas y garantizar el futuro a corto plazo? La realidad es que Ryan ha garantizado ahora que pagará todos los sueldos y seguirá con el equipo en 2021, así que la jugada de la presión ha salido bien, aunque en el camino se ha entrado en una zona de conflicto legal demasiado ardiente.
Lo cierto es que sin sus declaraciones públicas nunca podrá afirmarse con rotundidad cuáles fueron los motivos que llevaron a Shayne Bannan a tomar las decisiones que ha tomado durante los dos últimos meses y que, en cierta manera, pueden empañar su prestigio como gestor. Es el problema de los silencios. Y también su ventaja. Sobre todo, cuando en el horizonte hay la posibilidad de demandas judiciales.
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