La semana comenzó con el mánager general de Astana, Alexander Vinokourov, lanzando un aviso muy serio: «Estamos yendo a correr con el dinero ahorrado de anteriores temporadas, pero tenemos a más de 50 personas con contrato y la situación es crítica». Desde esas declaraciones, no se ha vuelto a sabar nada de la situación interna en el equipo de Kazajistán. Pero, ¿qué pasa si la escuadra entra en disolución?
El ciclismo es un deporte muy particular. Para empezar, cuenta con auditorías externas formuladas por la Unión Ciclista Internacional y la empresa Ernst&Young. Ellos se preocupan -y mucho- de que el presupuesto sea viable. Lo que no pueden anticipar es que un sponsor no aporte el dinero comprometido por escrito. Y ese parece el origen del problema: los fondos públicos de Kazajistán no están llegando al equipo. Y ese retraso ha puesto contra las cuerdas a la formación que mejor arranque de año está firmando.
Pero, ¿qué soluciones hay para el problema? La más lógica de todas sería, sin duda alguna, que el dinero aparezca y todo pueda seguir con total normalidad. Pero cuidado porque algunos pueden acabar pescanso en el río revuelto de Astana. Para empezar, hay una cláusula firmada en todos los contratos de todos los ciclistas del mundo que hasta ahora nunca se ha aplicado, pero que permite a los corredores romper unilateralmente su vínculo con el equipo: «Si el equipo anuncia su disolución, el fin de sus actividades o su incapacidad para respetar sus obligaciones«.
Por eso mismo, puede entenderse que Vinokourov rozó la línea roja del tercer supuesto: «Anunciar la incapacidad para respetar las obligaciones contractuales». Aunque también es cierto muy probablemente no la superó puesto que no llegó en ningún caso a anunciar la disolución o a explicar que no iba a pagar los sueldos de los corredores. Limitó su exposición a hablar de situación crítica. Pero ese punto debería alertar a algún corredor de que tiene cerca una vía de escape, otra cosa bien diferente es que en plena temporada y con los presupuestos cerrados… sólo los ciclistas con buen inicio de año y contrato muy bajo podrían aspirar a incrementar sus emolumentos.
Pero yendo un paso más adelante, ¿qué sucede si un equipo de verdad entra en colapso? La Unión Ciclista Internacional tiene en su poder un aval bancario que garantiza, como mínimo, tres sueldos de todos los empleados. Sin embargo, en los equipos ciclistas la cantidad avalada suele ser superior puesto que cuando se prepara el aval no se sabe el total exacto de los sueldos, por lo que la mayor parte de los equipos tiende a preparar un aval bancario superior para no tener que incrementar posteriormente el aval y tener que pasar por una larga y tortuosa negociación bancaria. Si hay impagos o el equipo anuncia oficialmente la disolución, los ciclistas pueden presentar una demanda ante la UCI, que verifica la existencia de los problemas legales y procede a la ejecución bancaria del aval y al pago. En el ciclismo, por tanto, están absolutamente garantizados por ley tres nóminas del contrato de todos los ciclistas, mecánicos, masajistas, directores, médicos…
Esa es la peor de las soluciones posibles, aunque normalmente los retrasos en el dinero público se acaban resolviendo positivamente, aunque después de muchos tiras y aflojas. Las declaraciones de Vinokourov parecen precisamente un toque de atención hacia los responsables de los pagos.