Rafa Valls: Tiempo de decir adiós

bahrain-mclaren-scultura-disc-team-4

Rafa Valls, en el Tour Down Under. Foto: Bettini Photo / Bahrain-McLaren

Todo tiene su momento. Y en mi caso ha llegado el tiempo de decir adiós al ciclismo profesional. He pedido al equipo Bahrain Victorious que rescindamos el contrato para 2022. Lo han aceptado y han entendido por qué cuelgo la bici. Esa es la noticia. Pero también quiero ir un paso más allá en esta carta de despedida y explicar mis sensaciones.

Cuando uno cierra una etapa como es la del ciclismo profesional, debe dar las gracias a muchas personas. Sin ellas, no habría podido cumplir los sueños que tenía cuando era un niño. En mi caso, debo empezar por mi familia. Y también por Eleuterio Mancebo y Antonio Llopis, quienes me mostraron la pasión y el sacrificio de este deporte. Joxean Fernández Matxin y Mauro Gianetti me dieron la primera oportunidad de competir en profesionales. A lo largo de mi vida trabajé en diferentes estructuras y equipos. Con todos aprendí. Por supuesto, no puedo olvidar a Julio Andrés Izquierdo, alguien que creyó en mi y me hizo crecer como ciclista. También recuerdo con cariño los años en Vacansoleil con Daan Luijkx y en Lotto-Soudal con Marc Sergeant. Con ellos conocí el ciclismo de Países Bajos y Bélgica.

En la lista de agradecimientos no quiero dejarme a Eusebio Unzué, quien me llamó cuando yo estaba tumbado en la cama de un hospital recuperándome de una fractura de cadera. Aquella llamada es de las que no se olvidan. Ni siquiera sabía si iba a poder volver a montar en bicicleta y Unzué tuvo el detalle humano de decirme que no me preocupase por nada porque él me iba a fichar y me iba a dar el tiempo que fuera necesario para recuperarme.

Quiero destacar también, a Milan Erzen, Vladimir Miholjević y Aritz Arberas. Ellos forman el núcleo duro de una familia llamada Bahrain Victorious. Y cómo no, a Merida Bikes, ya que con sus bicis he conseguido mis mejores victorias frente a algunos de mis ídolos. Con todos ellos he vivido momentos que quedarán en mi recuerdo para siempre, como mi último Giro de Italia.

Este verano, cuando tuve que decidir si seguía compitiendo, lo tuve claro: o seguía en Bahrain Victorious o dejaba la bici. Llegamos a un acuerdo en cinco minutos. Y eso fue un factor decisivo para intentar seguir en 2022. A lo largo de mi trayectoria he sufrido innumerables lesiones: fracturas de clavícula, costillas, húmero, dos fracturas de cadera…que necesitaron meses de recuperación… Estos percances han ido acumulándose de forma casi consecutiva sin dejarme disfrutar de la bici. El desgaste psicológico con cada uno de esos golpes que me ha ido dando la vida ha sido tremendo y ha llegado el punto de no poder superarlo y tener que decidir que lo mejor es colgar la bicicleta y recuperarme desde todos los puntos de vista.

Quería correr un año más, pero psicológicamente desde hace un tiempo no estoy al ciento por ciento. Esto me está afectando también en mi ambiente familiar y es algo que no estoy dispuesto a perder. He tomado la decisión de parar y preocuparme de resolver esas lesiones emocionales que tanto me han costado ver y aceptar, y dedicar tiempo a mi familia.

Podríamos decir que la gota que colmó el vaso llegó en el Giro de 2021, cuando sufrí una nueva caída. Corrí toda la carrera con dos fracturas de costilla porque quería ayudar a Damiano Caruso y a mi equipo a conseguir nuestro objetivo, el pódium en el Giro de Italia. Y después de eso… noté que me costaba mucho más de lo normal afrontar con garantías la recuperación. Tal vez ha sido la lesión más sencilla de mi carrera, pero sin duda ha sido la que más he tardado en superar. Pensé que era algo temporal, pero ahora he comprobado que el problema ya no está en las piernas sino en la resistencia mental para superar más desgracias. Estoy agotado y necesito parar, reunirme con mi familia, recuperar la sonrisa y volver a sentirme plenamente feliz.

Por eso he llamado al equipo para explicarles mi situación y desde el minuto uno me he sentido arropado por ellos. Es algo, que me tenía sin dormir muchas noches, pensaba que no iban a entender el por qué… Ellos son mi familia. Como también lo son Francis Cabello o Jordi Reig, mi preparador durante muchos años y mi fisio de confianza, quienes cada vez que tenía una lesión, estaban a mi disposición para ayudarme en la recuperación y para que volviera cuanto antes.

Siempre he tenido claro que un buen hijo jamás debe decepcionar a sus padres. Por supuesto que me gustaría seguir en 2022 como ciclista, pero sólo estoy dispuesto a hacerlo si es para rendir al ciento por ciento. Ahora mismo, si soy sincero y honesto conmigo mismo, no puedo garantizar ese nivel porque he sufrido un desgaste psicológico con cada caída que me impide tener la energía necesaria para volver a montarme en una bicicleta. Por eso es el momento de decir adiós y hacerlo con una sonrisa.

Quiero rematar esta carta explicando que no me he cansado del ciclismo. Es más, amo el ciclismo y estoy en plenos exámenes del curso de director nacional de nivel III de la Federación Española e implicado al 100% en la escuela que he promovido en mi pueblo intentado trasmitir lo bonito que es este deporte. Amo el ciclismo y lo amaré siempre. Pero no estoy en disposición de seguir compitiendo al máximo nivel. Para mí lo fácil sería intentar completar un año más y cobrar mi salario de 2022, pero jamás he actuado así y jamás lo haré. Mi respeto por el ciclismo y por Bahrain Victorious es máximo y es la consecuencia justa de todo lo que este deporte y este equipo me han dado. Así que gracias a ellos, mi familia y amigos, hasta pronto.

Rafa Valls