Uno no siempre tiene la oportunidad de probar una de esas máquinas con las que las marcas esperan conseguir ser los referentes del mercado, marcar tendencia en su gama y también esas diferencias necesarias para que esos esfuerzos tecnológicos que se han empleado sean efectivos y estén justificados a la hora de rodar.
Estamos pues ante ese tipo de bicicletas en las que en las presentaciones oficiales o en los puntos de venta se nos explica con extrema precisión cada detalle de su evolución, es decir, cómo han mejorado su rigidez, sus ganancias aerodinámicas, los gramos que han rebajado en su peso e incluso los segundos que nos permite mejorar en un esprínt o largas distancias. Un discurso que a veces se repite y ante el que nos podríamos mostrar algo escépticos.
Desde un punto de vista personal, siempre me ha preocupado qué funciona o no funciona, qué da problemas o la larga o no los da, qué es fácil de sustituir o no lo es. Por ello, ante las bicis aero, que han sido las que mayores cambios han tenido en los últimos años, a veces es preferible mantenerse un poco distante de esa euforia inicial.
La Ridley Noah Fast fue presentada en julio, y de cara al Tour de Francia. En este artículo anterior de Zikloland podréis leer todos esos avances que nos explicaron entonces. ¿Y en qué se han quedado después de probarla? ¿Se nota todo ese esfuerzo de laboratorio en aplicado a la carretera convencional? Se puede decir que sí, que se nota, que los esfuerzos han merecido la pena, y que ha sido una grata sorpresa desde que la sacamos de la caja, hasta el día de la difícil despedida. ¿Y por qué?
Lo primero que llama la atención de la Noah Fast Disc es la ausencia total de cableado en el frontal del manillar. El perfil de esta bici es como un boceto de un prototipo en la mesa de inclinada de un ingeniero: sencillo, limpio, con ese tacto y color de los lapices de grafito. Pero de ese boceto primigenio ha conseguido plasmarse en una bicicleta tangible y eficaz.
Como decía es en el manillar donde podemos observar uno de los puntos fuertes de esta bicicleta. Es un manillar y potencia integrados, por su interior van tanto los latiguillos del freno hidráulico como los cables del Ultegra Di2. A diferencia de otros aero o manillares integrados, en este no se ve ni un milímetro de cable una vez montada, o no hay tapas en las que encajar todo el cableado apretado, va todo por dentro.
No suelo ser muy fan de estas soluciones integradas, pero en este caso concreto no me ha incomodado en nada. Las formas del manillar, tanto el apoyo superior plano, como el inferior, resultan cómodas y se adaptan bien. La altura de las manetas tiene un amplio margen de modificación, con lo que podemos colocarlas a la altura más acorde a nuestros gustos o una posición recomendada a nuestra postura.
Ridley nos ofrece además seis medidas del conjunto de potencia-manillar para que este se adapte mejor a nuestra postura adecuada. Otro de los elementos del manillar es la integración del conector Ew-rs910 de Shimano, que podemos observar en uno de los extremos del manillar, desde donde podremos acceder fácilmente para cargar nuestro Ultegra Di2, cambiar de modo de cambio o ajustar el cambio. En la parte inferior y discretamente oculto, encontraremos el lugar para colocar el soporte para nuestro GPS, el cual no viene incluido pero existe una amplia oferta en el mercado.
Siguiendo con esa integración que prima en las bicis aero, la potencia se funde de una manera exquisita con el frontal del cuadro y la horquilla formando casi una hoja de cuchillo preparada para cortar el aire. Pero este diseño no está reñido con la practicidad.
¿Qué queremos decir con esto? Por ejemplo, las arandelas que colocamos por debajo de la potencia para subirlo o bajarlo de altura, son fáciles de montar, el sistema de expansor es cómodo aunque lo recomendable tanto estéticamente como funcional es dejarla cortada sin arandelas por encima del manillar.
En esa primera fase post-compra en la que subimos y bajamos medidas, es posible colocarle arandelas convencionales en el sobrante superior para poder ajustarla y cortarla una vez que convencidos de cuál es nuestra altura de manillar óptima. Esta tarea no resultará un incordio, ya que al separar la potencia de la pipa de la horquilla los latiguillos y el cable del di2 vienen un poco más largos para que podamos sacarla sin muchas complicaciones y volver a colocarla de la misma manera.
Esto que parece algo irrelevante, solía ser bastante complicado en muchas de esas bicis donde primaba lo aerodinámico sobre funciones prácticas, y que en este caso Ridley no solo no las ha dejado de lado sino que ha sido capaz de conjuntarlas perfectamente.
El resto de soluciones aerodinámicas pueden parecernos un tanto excesivas o incluso inapreciables a simple vista, como los deflectores que van en la parte inferior y posterior de la horquilla, o como el hecho que ambas ruedas vienen equipadas con cierres pasantes de 12 mm de DT Swiss del que podemos extraer la tapa que lo hace girar y guardarlo en alguno de los bolsillos de nuestro maillot en nuestra salidas, para que no sobresalga absolutamente nada. O las ranuras que se han hecho en el frontal para que el aire deslice mejor por el cuadro como si esta bici estuviera diseñada más para el Circuito de Spa-Francorchamps que para una carretera convencional por donde realizamos nuestras salidas.
En definitiva, el acabado aero puede parecer un tanto excesivo, pero el resultado es francamente increíble. Cuando sales con ella, en esos primeros momentos es verdad que no notas nada especial. Bueno, sí, por lo menos en mi caso, era como si me hablara, como si me pidiera que saliéramos de la zona urbana para exprimirla, que le diera caña. Es entonces cuando te agarras debajo del manillar y empiezas a pedalear a algo más que el ritmo de charleta cuando te das cuenta del pura sangre que manejas entre tus piernas.
Es en ese momento cuando todas esa pequeños detalles que a priori parecen “toques de ingeniero” conforman un todo y mantener una velocidad alta se hace sumamente fácil. Tan fácil que resulta adictivo, y ya casi en cada salida la única posición en la que vas agarrado es abajo del manillar como en un persecución imaginaria en pos de una victoria que solo se verá compensada con más copas en el Strava. Desde que coges esa velocidad crucero, te verás atraído por el lado aero, y apretarás al coronar cada repecho para que la bici se lance, y llegar un ritmo digno de una bici de contrarreloj y te sientas cual potente rodador.
Pero la Noah Fast Disc no nos ha resultado una bici aero al uso. En las subidas es verdad que no hace milagros, pero en ningún momento es un lastre, al contrario. Los repechos cortos y de poco porcentaje se pasan muy fácil, con la misma pasmosidad que se rueda en el llano, como aplanada la carretera. Y en los puertos no la diferenciaría de una bici “escaladora” o más convencional de gama alta. Rueda fácil, no se nota un lastre por llevar ruedas de perfil, sin la magia del plano quizás, pero como explicaba Iván Velasco en este artículo el factor aerodinámico no es tan relevante a velocidades bajas.
Sorprende también su comodidad. En nada estaba hecho a la bici, y la zona delantera me resulto más cómoda y absorbente que mi bici GranFondo que uso a diario. La parte posterior sí que era un pelín más rígida y no absorbe igual, pero aun así podía ir tranquilamente sin resultar insufrible por carreteras mil veces parcheadas.
Reseñar que, como su propio nombre indica, la Noah Fast Disc, viene equipada con freno de discos, los cuales aportan a la bici mayor integración que con frenos convencionales, y sobre todo facilita el mantenimiento a posteriori ya que no hace falta desmontar latiguillos para ello. Asimismo, el purgado se realiza desde la pinza y maneta, ya que si tuviéramos que cambiar una funda interna (como en el caso de los frenos convencionales) daría bastante más trabajo.
Las ruedas que monta son las Forza r45 c19, las misma que probamos en la Helium X, aunque en su versión de disco. En el comportamiento son mejores. Otra de las mejoras que aporta el freno de disco es que a pesar de un aumento de peso en el junto total de las ruedas, este es sobre todo para el rotor de amarre del disco, pero disminuyendo en las llantas, por lo que son más fáciles de rodar en las subidas, cosa que os podría explicar de una forma más técnica Iván Velasco que yo.
¿De qué precio estamos hablando? Pues 7.899 euros es el montante que tendríamos que desembolsar para adquirir esta máquina. Estamos hablando de una bici tope de gama, y que algunos le podría parecer excesivo. No obstante, comparándola con otras bicis de su rango, vemos que se mueven en esa cuerda entre 6.000 y 12.000 euros, por lo que vemos que es un precio contenido para todo el trabajo y desarrollo que una bici de este tipo requiere.
Como resultado tenemos una bici súperdeportiva, que difumina la barrera existente entre las bicis aero y las convencionales, que es rápida y cómoda y que te anima a exprimirte con cada pedalada. Una bici que nos ha impresionado, dejándome tan buen sabor de boca, que ha resultado difícil despedirse de ella.
Fotos: Oskar Matxin, Facebook
Laatste Ronde es el distribuidor oficial de Ridley en España, así como de otras marcas como Eddy Merckx, Pissei o Forza.
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