Verdades y mentiras en el caso de Juanjo Cobo

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Foto: ASO / Alex Broadway

El anuncio de la Unión Ciclista Internacional (UCI) de sancionar a Juanjo Cobo con tres años de castigo por irregularidades en su pasaporte biológico, así como dejar su nombre fuera del palmarés de la Vuelta a España 2011, ha resultado sorprendente. Sin embargo, hay muchas conclusiones que pueden extraerse de lo sucedido.

El primero y fundamental es que la lucha contra el dopaje no puede continuar trabajando con esta lentitud. Suele decirse que si la justicia es lenta, no es justa. Pero el caso de Cobo supera todos los límites de la lógica. Hablamos de una sanción de tres años para un corredor que dejó de competir hace ¡cinco temporadas!

Al parecer, la UCI abrió un expediente sancionador a Cobo en 2014, es decir, su última temporada como ciclista. Y le explicaron que habían detectado irregularidades en su pasaporte de los años 2009-2011. Por tanto, le anunciaron irregularidades cometidas… ¡tres años antes! A partir de ahí, se abre el largo proceso de informes y contra-informes. Lo explicaremos en otras palabras: la UCI le da tiempo al corredor para que justifique los cambios en su pasaporte biológico. El ciclista lo hace. Y los expertos de la UCI remiten un informe final con sus conclusiones. Parece sencillo y suena a un proceso rápido. Pero no lo es. Ni lo uno ni lo otro.

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Foto: RTVE

Este ejercicio se prolongó durante meses certificando otra conclusión: resulta muy difícil abrir los casos de intento de sanción por pasaporte biológico y todavía más cerrarlos. Pero, ¿en qué consiste el pasaporte biológico? La UCI empezó prohibiendo que cualquier ciclista superase la tasa de hematocrito del 50%. Posteriormente se decidió que había corredores con valores altos y otros con valores bajos, por lo que se debía hacer una media personal y estudiar las alteraciones. Eso es lo que ha recaído sobre Cobo. Por tanto, el cántabro es sancionado por dopaje a través de un método indirecto: no hay un control que haya resultado positivo. Hay una serie de valores alterados que son sospechosos de dopaje.

El problema es que la UCI sabe que el método de alteraciones en el pasaporte puede ser discutido en los tribunales. Es más, no hay que olvidar que incluso la propia UCI reculó en un caso muy famoso después de un tener al corredor durante más de un año con un expediente abierto (Roman Kreuziger). Por eso buscó acuerdos con Cobo como lo ha hecho en el pasado en negociaciones que son de lo más curiosas: piden al ciclista que acepte la sanción deportiva a cambio de no acudir a los tribunales para exigir el pago de la multa. Es decir, aceptas la sanción y no te persigo económicamente. No hay que olvidar que un corredor sancionado por dopaje puede ser castigado con el pago de un porcentaje altísimo de su último sueldo.

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Chris Froome, subiendo al Angliru en la edición 2017, segundo en aquella Vuelta 2011. Foto: PhotoGomez Sport

La UCI y Cobo iniciaron así una segunda fase: una larga y exhaustiva batalla de ofertas y contraofertas. En 2015 y 2017 hubo propuestas de sanción. Cobo finalmente no ha aceptado ninguna de las propuestas de la UCI, a pesar de que alguna de ella significaba una sanción realmente baja en tiempo y dinero. Y desde Suiza han decidido interponer una sanción firme por tres años… cinco años después de abrir el expediente sancionador. Ahora mismo, parece que el caso sólo ha servido para dañar la imagen pública de Cobo y la del ciclismo.

Si el proceso se hubiera cerrado antes, es seguro que habría otras consecuencias. De todos modos, no hay que olvidar que detrás de esta sanción también hay fuertes repercusiones económicas: ¿había prima en el contrato de Cobo por ganar la Vuelta a España? ¿se ha cobrado? ¿Y los premios de la Vuelta a España? ¿Fueron pagados? ¿Pedirá alguien ahora el cambio de ese reparto? La cuestión vuelve a colocarse en la primera de las reflexiones: cuando la justicia es tan lenta, no es justa. Para nadie.

La UCI sanciona 3 años a Juanjo Cobo, que pierde la Vuelta 2011